Tras las huellas de los Charrúas. Un vistazo a los documentos del Siglo XIX.
En enero de 1832, el teniente de navío Louis Marius Barral, comandante de la corbeta L'Emulation, zarpó de Montevideo llevando a bordo a un indígena charrúa llamado Ramón Mataojo. En una carta fechada el 19 de abril de ese año, el día de su arribo a Tolón, Barral informó al Ministro de Marina francés sobre la presencia de este “pasajero insólito”.
Describió a Mataojo como un hombre de 18 a 20 años, de tez rojiza, complexión fuerte, cabello negro y liso, y de estatura mediana. Detalló que al embarcar se había resistido a comer exigiendo que también subieran sus mujeres, pero que luego se fue acostumbrando a la vida a bordo. También mencionó haberle cortado el cabello para eliminar sus piojos y reemplazado sus harapos por ropa de marinero.
Junto con su reporte, Barral envió al Ministro una “Noticia sobre los indios Charrúas” extraída de la obra del naturalista Félix de Azara, destacando la belicosidad de esa etnia. Asimismo remitió la lanza de Mataojo, señalando que no había podido conseguir un arco, boleadoras o flechas. Sugirió que el indígena podría ser útil para estudios antropológicos y etnográficos en Francia.
Mataojo nunca llegó a París, permaneció a bordo de L’Emulation bajo el mando del teniente Cauchiprat. Se enfermó levemente en abril, participó de viajes del buque por el Mediterráneo, y falleció en el mar el 21 de septiembre de 1832. Su acta de defunción no especificaba la causa de su muerte.
Un año después, en febrero de 1833, el capitán De Curel zarpó de Montevideo en el bergantín Phaetón, llevando consigo a cuatro charrúas prisioneros: Vaimaca Perú, Senaqué, Laureano Tacuabé y Micaela Guyunusa. Arribaron a Saint-Malo el 7 de mayo.
De Curel los trasladó a París y escribió un folleto describiéndolos. Presentó a Vaimaca Perú como un temible cacique de 50 años con cicatrices de guerra, a Senaqué como un valiente chamán, a Tacuabé como un hábil domador de caballos, y a Guyunusa como la compañera de este último.
El 8 de junio los visitaron académicos y damas de la alta sociedad parisina. Vaimaca Perú causó buena impresión por su porte grave y mirada bondadosa. Tacuabé demostró su fuerza y destreza con boleadoras y lazo. Guyunusa tenía mejor aspecto que los varones y acompañaba a Tacuabé. Senaqué se mostraba impasible y melancólico.
En julio Senaqué enfermó y fue internado en un hospital, donde falleció el 26 de ese mes. En septiembre Guyunusa dio a luz una niña, ayudada por Tacuabé según usanzas indígenas. El 20 de ese mes Vaimaca Perú también murió. Sus cadáveres fueron estudiados, aunque no se publicaron reportes completos.
Luego el grupo fue llevado a Lyon. Allí Tacuabé y Guyunusa se presentaron en un circo bajo los nombres Jean Soulassol y Louis Walli. El 22 de julio de 1834 Guyunusa murió de tuberculosis en el Hospital de Lyon. Se cree que Tacuabé y la pequeña siguieron viajando con espectáculos ambulantes hasta perderse su rastro.
Los académicos franceses de la época lamentablemente no aprovecharon esta oportunidad para estudiar con rigor a los últimos charrúas. Algunos se interesaron más por temas frívolos, como observar sus reacciones ante conciertos de ópera. No se respetó su dignidad como seres humanos y fueron vistos principalmente como objetos exóticos.
Si bien estas prácticas resultan reprochables actualmente, deben analizarse considerando las limitadas concepciones sobre pueblos indígenas que existían en la Europa del siglo XIX. Los charrúas fueron víctimas de prejuicios y teorías sesgadas imperantes en aquella época.
Pese a todo, su trágico paso por Francia dejó algunos registros de valor. Los moldes de sus rostros y cuerpos, sus esqueletos y objetos conservados, así como los documentos que describen sus costumbres, constituyen un legado que permite rescatar parte de la herencia de una cultura desaparecida.
Más allá de los especímenes y reliquias humanas de los charrúas que permanecen en museos franceses, la documentación de la época aporta información interesante sobre sus costumbres y cultura material. Por ejemplo, sabemos por los reportes que solo Senaqué y Tacuabé entendían algo de español, mientras que Vaimaca Perú y Guyunusa no lo hablaban.
También se describen sus dietas a base de carne cruda, la manufactura de naipes con diseños propios, el uso de tatuajes y cicatrices rituales, la fabricación de chozas portátiles de juncos llamadas "toldos", sus técnicas para seguir rastros y orientarse en el campo, la confección de vestimentas como el "chilipi" o manto de pieles, entre otros detalles etnográficos.
Asimismo, los documentos brindan información sobre su organización social y política, como la existencia de caciques, chamanes y guerreros prominentes, la presencia de leyes y derechos dentro de la tribu, la distribución de roles por género y edad, los tipos de uniones conyugales, las ceremonias funerarias y creencias espirituales.
Por ejemplo, se menciona que los charrúas creían en la existencia del alma, rendían culto a un gran espíritu y tenían días festivos donde comerciaban sus productos. También se señala que respetaban la vejez, vivían en grupos familiares extensos bajo la jefatura del padre, y educaban a los niños transmitiendo tradiciones y agravios contra los conquistadores españoles.
Asimismo, los reportes destacan rasgos como el valor guerrero, la resistencia al sufrimiento, el espíritu vengativo, la desconfianza hacia foráneos, la fuerte cohesión endogrupal y los complejos códigos de honor y rituales de iniciación de los varones. Si bien a veces descritos de forma etnocéntrica, estos testimonios permiten reconstruir parcialmente el universo sociocultural charrúa.
Otros datos curiosos que proveen las fuentes son la afición de Tacuabé por aprender habilidades europeas como tocar instrumentos y juegos con volantes, o su facilidad para el dibujo, la mímica y las bromas. También se destaca su afecto por los niños al cuidar a su hija recién nacida.
Los documentos históricos brindan un panorama general de los últimos charrúas que llegaron a Francia, complementando los restos materiales que sobreviven en los museos. Un análisis prudente de estas fuentes primarias puede expandir nuestro conocimiento sobre los charrúas a partir de relatos de quienes comprtieron sus últimos días, más allá de los prejuicios de la época. Su valor radica en preservar el testimonio de una cultura desaparecida.
Más allá de los relatos sobre los últimos charrúas llevados a Francia, la documentación de la época también revela detalles sobre el contexto histórico en el que se produjo este traslado.
Los charrúas fueron capturados durante las campañas militares del presidente uruguayo Fructuoso Rivera contra los indígenas en la década de 1830. Estas campañas buscaban pacificar el territorio y eliminar la resistencia de los pueblos originarios para facilitar la expansión de los asentamientos europeos.
Los charrúas habían mantenido una férrea oposición a la ocupación europea desde los tiempos de la colonia española. Eran conocidos por sus feroces tácticas de guerrilla y constantes malones contra los enclaves blancos. Esta tenaz resistencia, sumada a la xenofobia y aislamiento de su cultura, los convirtió en un obstáculo para el proyecto del naciente Estado uruguayo.
El traslado de los prisioneros charrúas a Francia debe contextualizarse dentro de este proceso de sometimiento de los pueblos indígenas en el Cono Sur americano durante el siglo XIX. Si bien en Europa eran vistos como reliquias exóticas de un pasado en extinción, en su tierra seguían representando una fuerza rebelde que era necesario doblegar.
Así, su captura y envío a Francia formaba parte de una estrategia de las élites criollas para neutralizar focos de resistencia al orden que se buscaba imponer. Al eliminar físicamente a los líderes de mayor renombre y desarticular sus estructuras sociopolíticas, se apuntaba a desmoralizar y disolver definitivamente la identidad charrúa.
Este proceso de aculturación compulsiva, expulsiones y campañas militares culminaría años después con la masacre de Salsipuedes en 1831, que prácticamente implicó la desaparición de los charrúas como grupo diferenciado. Por ello, los individuos llevados a Francia representaban a los últimos vestigios de una etnia al borde de la extinción dentro de su propio territorio.
En síntesis, los documentos disponibles permiten reconstruir no sólo la historia de esos últimos charrúas, sino también comprender las complejas dinámicas históricas que determinaron su trágico destino tanto en América como en Europa. Un análisis holístico de estas fuentes en contexto resulta clave para dimensionar adecuadamente el significado de este episodio desde una perspectiva descolonizadora.
Referencia:
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Los últimos Charrúas en Francia notas y estudios realizados allí.
https://chancharrua.wordpress.com/los-ultimos-charruas-en-francia-notas-y-estudios-realizados-alli/ -
Lengua y Costumbres de los Charrúas (Libro).
https://www.amazon.com/Lengua-Costumbres-los-Charruas-Transcripcion/dp/1535098058 -
Fotos de Charrúas.
https://archive.org/details/charruas_202308

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